Poema a Trotsky, de Carlo Bordini.

 

Y qué habrás pensado
asesinado por tus mismos hermanos
acosado por ametralladoras proletarias
un sabor dulce y amargo
un sabor de sangre en la boca
qué pudiste pensar de los hombres
si acaso habrás pensado
León Trotsky

En 1918 Trotsky era el jefe
del ejército rojo. Había tenido que organizar,
como bien se sabe, un ejército de la nada.
Había organizado una caballería compuesta por
obreros,
aprovechando el espíritu patriótico de muchos oficiales
zaristas,
organizando la acción de bandas que actuaban aisladamente,
etc. Había tenido
que ser listo, astuto, despiadado,
previsor.
Supo que Alekhine, campeón mundial de ajedrez,
y uno de los más grandes genios del mundo del ajedrez,
gran maestro internacional,
estaba preso en Moscú.
Fue a verlo y le propuso
que jugaran un partido.
Alekhine, atemorizado, empezó
jugando mal.
Trotsky le dijo: si pierdes,
te mando fusilar.
¿Fue la arrogancia del sátrapa
o la exaltación de la lucha
que le sugirió esta frase sin duda irónica?
¿Alekhine quería perder?
¿Acaso Trotsky quería perder?
¿Ambos querían tal vez perder?
Siempre me ha impresionado este encuentro
entre el estratega y el ajedrecista
como el partido de ajedrez entre el caballero
y la muerte
(hay una espléndida fotografía de Tito
jugando al ajedrez).
¿Trotsky quería perder?
¿Su alma judía concebía ya
el éxodo terrible?
Alekhine ganó. Poco después
fue liberado y emigró a París.
Fue campeón del mundo
desde 1927 hasta poco antes
de su muerte. Se suicidó en
1946, acusado
de colaboracionismo con los alemanes.

En mi juventud he sido
trotskista muchos años. (los años mejores). Subyugado
por el atractivo de Trotsky,
hombre derrotado.
Subyugado por esta angustia de la derrota
por este atractivo de la angustia de la derrota,
por este hombre derrotado,
doblemente derrotado,
Yo estudiante estaba subyugado.
Este hombre noble y sufrido,
y al mismo tiempo fuerte,
yo que he tenido un padre
general, y fascista, y no muy atractivo,
Estaba subyugado.
Ahora te vuelvo a examinar
y me veo a mí mismo.
Tu ferocidad purificada por la muerte,
Fuiste un padre
honrado,
un ejemplo,
una figura noble,
Un guerrero
que sabe morir.
Yo que no sabía para nada qué hacer de mi vida,
elegí tu muerte
permeada de inteligencia.
Tú, intelectual hebreo radical,
pedante,
cristalizato y deshecho en migas,
padre sufrido
nuevo Jesús y Cristo.
La fascinación del martirio
me hipnotizó estudiante.
Me fascinó el hombre tajante,
casi pirandelliano,
capaz de expresarse
con frases lapidarias,
« Ni paz ni guerra »
« Proletarios a caballo ».
Como tantos también tú morías por los demás
noble caballero
también yo he comido un pedacito de ti.
Demasiado venenoso es tu alimento.
Hombre del equilibrio
siempre desplazado hacia adelante
en perpetuo movimiento
tal vez te querías caer (hacia adelante).
Y lo bueno era que tenías razón
o por lo menos en gran parte tenías razón.
Me acurruqué en tu razón, porque tenías razón,
pero total, era ya una razón derrotada, y así,
vivía en la parte de atrás de la historia, y estaba cómodo.
Nadie podía molestarme. Total tú ya estabas muerto.
Yo habría tenido que esperar todavía algunos decenios para morir
y mientras tanto aferraba la razón. Estudiante, eso decidí.
No obstante tu racionalidad radical era heroica
cómodo vivir del heroísmo ajeno. Así morí viviendo.
Luego renací. (No podía renacer si antes no moría). de tu muerte
qué renace? Nada. Una sola frase, una sola
palabra,
« O socialismo o barbarie ». La razón derrotada tiene su revancha.
[Revancha horrible, trágica revancha, trágica lucidez, [aniquiladora
profecía. Viví sudando muerte, sabiendo lo que iba
a venir, y ahora que la barbarie
cunde, y tu optimismo precipita,
no cae tu inteligencia. Inteligencia estéril. Es verdad: o socialismo
o barbarie. La barbarie cunde,
o socialismo o barbarie. Yo lo sabía y fingiendo
optimismo revolucionario
contemplaba la catástrofe de la Historia.
Tal vez quería perder yo también, como la historia que he contado,
que no sé si será verdad,
pero me ha fascinado
Trotsky, jefe del ejército rojo, desafía al
campeón mundial de ajedrez, ambos
quieren perder, ambos pierden, terminan
trágicamente, pero qué hermoso,
qué hermoso elegir la parte del perdedor, morir por poder notarial
a través
de los demás,
suicidarse en efigie
(en ese periodo había pensado en el suicidio como posible
estrategia
de mi sentido de inutilidad)
y luego encontré el artículo de periódico que hablaba de este
partido de ajedrez
y me quedé
fascinado
ahora soy muy distinto de cuando empecé este
poema
sé muchas cosas
y tantas otras que no están escritas aquí
en ese periodo había también una chica rubia un amor desafortunado
he jugado demasiado con los sentimientos de otros
No es verdad: viví una situación de milenarismo,
por eso me quedé allí tanto tiempo.
en este mundo que precipita hacia la barbarie

Traducción de Martha Canfield.

 

POEMA A TROTSKY

 

E cosa avrai mai pensato
ucciso dai tuoi stessi fratelli
braccato dai mitra proletari
un sapore di dolce e d’amaro
un sapore di sangue in bocca
che cosa mai avrai pensato degli
se pure hai pensato uomini
Leone Trotsky

 

Nel 1918 Trotsky era a capo
dell’esercito rosso. Aveva dovuto organizzare,
come è noto, un esercito dal nulla.
Aveva organizzato una cavalleria fatta da
operai,
utilizzato lo spirito patriottico di molti ufficiali
zaristi,
organizzato l’azione di bande che agivano isolatamente,
ecc. Aveva dovuto
essere furbo, astuto, spietato, e
lungimirante.
Seppe che Aleckin, campione del mondo di scacchi,
e uno dei più grandi genii, del mondo degli scacchi,
grande maestro internazionale,
era in prigione a Mosca.
L’andò a trovare e lo sfidò
a una partita.
Aleckin, timoroso, cominciò
a giocar male.
Trotsky gli disse: se perdi,
ti faccio fucilare.
Fu l’arroganza di satrapo
o l’esaltazione della lotta
a suggerirgli questa frase indubbiamente ironica?
Aleckin voleva perdere?
Trotsky voleva forse perdere?
Entrambi volevano forse perdere?
Mi ha sempre colpito questo incontro
tra lo stratega e lo scacchista
come la partita a scacchi tra il cavaliere
e la morte
(c’è un bellissima fotografia di Tito
che gioca a scacchi).
Trotsky voleva perdere?
La sua anima ebrea concepiva già
il terribile esodo?
Aleckin vinse. Poco più tardi
fu liberato ed emigrò a Parigi.
Fu campione del mondo
dal 1927 fino a poco prima
della morte. Si suicidò nel
’46, accusato
di collaborazionismo coi tedeschi.

 

Nella mia gioventù sono stato
trotskista per molti anni. (gli anni migliori). Soggiacqui
al fascino di Trotsky,
uomo sconfitto.
Soggiacqui a questa angoscia della sconfitta
a questo fascino dell’angoscia della sconfitta,
quest’uomo sconfitto,
doppiamente sconfitto,
Io studente soggiacqui.
Quest’uomo nobile e dolente,
e insieme forte,
io che ho avuto un padre
generale, e fascista, e non molto affascinante,
Soggiacqui.
Ora ti rivisito
e vedo me stesso.
La tua ferocia purificata dalla morte,
Fosti un padre
pulito,
un esempio,
una figura nobile,
Un guerriero
che sa morire.
Io che non sapevo assolutamente che fare della mia vita,
scelsi la tua morte
permeata di intelligenza.
Tu, intellettuale ebreo radicale,
pedante,
cristallizzato e andato in briciole,
padre dolente
nuovo Gesù e Cristo.
Il fascino del martirio
m’ipnotizzò studente.
Mi affascinò l’uomo tagliente,
quasi pirandelliano,
capace di esprimersi
in frasi lapidarie,
« Né pace né guerra »
« Proletari a cavallo ».
Come tanti anche tu morivi per gli altri
nobile cavaliere
anch’io ho mangiato un pezzetto di te.
Troppo velenoso è il tuo nutrimento.
Uomo dall’equilibrio
sempre spostato in avanti
in moto incessante
forse volevi cadere (in avanti).
E il bello era che avevi ragione
o almeno avevi in gran parte ragione.
Mi rannicchiai nella tua ragione, perché avevi ragione,
ma tanto, era ormai una ragione sconfitta, e così,
vivevo nella parte di dietro della storia, e stavo comodo.
Nessuno poteva disturbarmi. Tanto ormai tu eri morto.
Io avrei dovuto aspettare ancora qualche diecina d’anni per morire
e intanto mi tenevo la ragione. Studente, decisi così.
Eppure la tua razionalità radicale era eroica
comodo vivere dell’eroismo altrui. Così morii vivendo.
Poi rinacqui. (Non potevo rinascere se prima non morivo). dalla tua morte
cosa rinasce? Nulla. Una sola frase, una sola
parola,
« O socialismo o barbarie ». La ragione sconfitta ha la sua rivincita.
[Rivincita orribile, tragica rivincita, tragica consapevolezza,]annichilante
profezia. Vissi grondante di morte, sapendo quello che sarebbe
venuto, ed ora che la barbarie
dilaga, e il tuo ottimismo cade,
non cade la tua intelligenza. Intelligenza sterile. E’ vero: o
socialismo
o barbarie. La barbarie dilaga,
o socialismo o barbarie. Io lo sapevo e fingendo
ottimismo rivoluzionario
contemplavo la catastrofe della Storia.
Forse volevo perdere anch’io, come la storia che ho raccontato,
che non so se è vera,
ma mi ha affascinato
Trotsky, capo dell’esercito rosso, sfida il
campione del mondo di scacchi, entrambi
vogliono perdere, entrambi perdono, finiscono
tragicamente, ma che bello,
che bello scegliere la parte perdente, morire per procura
attraverso
gli altri,
suicidarsi in effige
(in quel periodo avevo pensato al suicidio come possibile
strategia
del mio senso di inutilità)
e poi incontrai l’articolo di giornale che parlava di questa
partita a scacchi
e ne fui
affascinato
adesso sono molto diverso da quando ho cominciato questa
poesia
so molte cose
e tante altre poi che non sono scritte qui
in quel periodo c’era anche una ragazza bionda un amore sfortunato
ho giocato troppo coi sentimenti degli altri
Non è vero: vissi una situazione di millenarismo,
per questo vi rimasi tanto tempo.
in questo mondo che scade verso la barbarie

 

Tratto da Carlo Bordini, I costruttori di vulcani, Luca Sossella, Bologna, 2010.

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